Sirenas...


Estamos en Sicilia, en Capodimonte...es un pueblo pequeño, muy pequeño, y blanco, muy blanco.casi tan blanco como el fulgor de tus dientes de perla...al frente, el golfo Di Sorrento, detras, el monte Di san Genaro.
Son las 12 del mediodia.las mujeres arreglan los aparejos de pesca, cosen las redes, rien, cotillean...
El sol pega fuerte, los perros buscan la sombra de algun arbol.
Es el verano, el sudor chorrea por la frente de un artesano, que vende sus vasijas de barro, a voz en grito, acompañado de su borrico.los niños juegan por las calles, corren y chillan, mientras las niñas, cantan bonitas canciones, con sus vocecillas nacaradas.en la plaza del pueblo, en la taberna, los hombres hablan de sus cosas, el mar, la pesca no es abundante en esta época del año. y ellos viven de eso, son pescadores.
Uno de ellos, Aldo, no presta demasiada atencion a la discusion, aunque pescador, siempre fue la burla de todos, su imaginacion, sus poemas, no tienen cabida entre la ruda gente de mar adentro.pero son buena gente, no obran a mala fe.
Y Aldo, con sigilo, sin llamar la atencion, sale de la taberna.dirige sus pasos por la bahia, donde las mujeres cosen las redes....pero Concetta no esta.Concetta, la mas bella entre las bellas, su amor, su amada, cuantos poemas de sirenas escribio para ella.cuantas horas soñando con ella a bordo de su barca.inventandole un castillo del que ella seria princesa.o contandole mil historias de monstruos marinos, y de Poseidon, el dios del mar...y sus ojos, la mirada de Concetta, embelesada mientras el escribia su nombre en la arena, su sonrisa, cuando el tenia que escapar corriendo, pies desnudos en la arena, para evitar que el mar, travieso y alegre, mojara sus ropas.
Concetta, mi concetta, musito mirando el horizonte...pero Concetta no estaba.y quizá, ya nunca estaría.
Concetta, estaba gravemente enferma, unas fiebres mal curadas, habían postrado para siempre a su amada en una silla de ruedas, ella, que como una gracil gacela, corría al encuentro de Aldo cada atardecer.para contar las estrellas, una noche tras otra, y acabar contando los dos luceros de sus ojos.
Un te quiero por cada estrella, decía Aldo.
Una estrella por cada te quiero, contestaba concetta.
Pero concetta no estaba.no podia soportar por mas tiempo esta separación, se le hacia eterna la tarde, interminable el ocaso, insoportable la noche...pero ¿que podia hacer el? un simple pescador, que el padre de Concetta Don Marco, no hubiera intentado ya con su dinero?
No había curación, Concetta nunca volvería a andar.¿pero acaso necesita las piernas para amarme?
NO, claro que no, y decidido se encamino a la casa de Don Marco, dispuesto a pedir la mano de Concetta
Era la casa, la mas grande y lujosa del pueblo, y Don Marco, un hombre rudo y egoísta. socarrón, engreído...y Aldo, solo un pobre pescador, con su fortuna, una humilde barca de pesca.y armándose de valor, llamo a la puerta, le abrió un criado, que lo mantuvo en la puerta hasta que don Marco, tuvo a bien bajar.por entre la rendija de la puerta, pudo ver a Concetta, su Concetta, que lo miraba llena de amor.
Habian sido tres meses sin verle, y Concetta, bajo la vista, triste, quizá avergonzada, desde su silla de ruedas. dio la vuelta, a su silla, y ocultando las lagrimas, se marcho.
Y salio don Marco, y Aldo, le expuso su deseo de casarse con Concetta, su Concetta,y don marco, le maldijo, le gritaba ladrón, muerto de hambre, quieres mi fortuna, a cambio de arrastrar a una paralitica, embaucador, vete de aquí...o haré que mis criados te azoten.
Y Aldo, avergonzado de su pobreza, dio media vuelta, y poco a poco, llorando de rabia, apretando los puños hasta clavarse las uñas en las palmas de sus manos, se marcho.
Desde la ventana, Concetta, su Concetta lloraba desconsolada, viendo como su amor se iba.y de vuelta a su barca, toda la noche pescando, toda la noche llorando, toda la noche, pensando en su Concetta.y de día, a la taberna, a escuchar las burlas de sus paisanos cuando el les hablaba de sirenas.y luego, a pasear por la bahía...entre las mujeres que cosían las redes, y cotilleaban.pero Concetta no estaba.
y un día, y una noche, y otra mas...de pronto, distrajo su atención el tañir de las campanas de la iglesia,
Aldo, dormitaba en su barca, quiza soñando con sirenas.un revuelo en el muelle, alguien habia caido al agua, sin que nadie se hubiera dado cuenta.
Aldo, se arrojo al mar, busco, y busco hasta que sus pulmones se negaban a responder, pero era inutil. nada, quien fuera, habia desaparecido.otros pescadores le imitaron, todos buceando, buscando, pero nada.de pronto, dos de ellos, sacaban algo del agua...era una silla de ruedas.la silla de concetta, de su Concetta... se había arrojado al mar, enloquecida de amor por Aldo.
Pero Concetta no aparecía.
durante todo un mes, estuvo Aldo sumergiéndose en el agua, buscando el cuerpo de su amada, sin hallarlo.durante todo un mes, su mundo se desmoronaba frente al muelle.durante todo un mes, Aldo se sintió morir...y Concetta, su Concetta, no aparecía,
Volvio a maldecir su pobreza, volvió a maldecir a Don Marco, y esta vez, por primera vez en su vida, maldijo al mar.y paso el tiempo, ya de Concetta, nadie hablaba, Aldo, se repuso de la perdida de su amor, Concetta, y como cada noche, salia a pescar.
Pero aquella noche, no era una buena noche, las nubes amenazaban tormenta, y los pescadores, seguían en la taberna, esa noche, no irían a pescar, nadie...excepto Aldo.
Las olas golpeaban su barca, la inundaban, la hacían girar, y Aldo maldecía de nuevo al mar, su enemigo, su rival, se había llevado a Concetta hacia tiempo, y desde ese dia, el mar era su enemigo.
Y una ola traicionera, sin avisar, lo arrojo por la borda de su frágil barca...Aldo luchaba contra el mar embravecido, era la lucha a muerte de dos rivales...y el era el mas débil de los dos.
Notaba ya sus fuerzas flaquear, notaba que el aire faltaba en sus pulmones, y justo antes de perder la conciencia, unas manos lo empujaron hacia arriba...arrastrando al exhausto Aldo hasta la orilla, la tormenta era muy fuerte, y un relámpago, alumbro toda la orilla, desvelando a su salvación.
Era una sirena, una sirena que le beso, como solo sabia hacer Concetta, que le abrazo para darle calor, y que le dijo, antes de desaparecer de nuevo en el mar....
Las sirenas no necesitamos las piernas, no tenemos que andar, tenemos cola de pez...pero en nuestro pecho, late un corazón de mujer, un corazon, que como el tuyo, te ama Aldo.
Gracias por quererme. adios.
Era Concetta, su Concetta...su sirena...
Al día siguiente, todos en la taberna reían otra vez de la ocurrencia de Aldo, una sirena, seguro, otra vez con sus historias...desde entonces, le llamaban Aldo, el loco...
Pero no fue por mucho tiempo.la ultima vez que le vieron, entraba andando en el mar, con una guirnalda de flores en la mano, y Aldo se fue hundiendo poco a poco, y nunca mas volvió.
Y hay desde entonces, quien asegura haber oido las voces de aldo y Concetta, que en las noches de tormenta, siguen contando estrellas y te quieros, para siempre....

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